El ser humano y la vida son uno.
La vida y la cultura son, obviamente, uno.
El amar u odiar la cultura que nos toca vivir es una opción, amar la libertad es una opción.
Como expliqué en mi entrada pasada, la moral es considerada una masa de valores que puede tomar (y de hecho, toma) cualquier forma. Pasa lo mismo con todo el resto de las cosas que puedan pasar por el ojo humano.
Hoy se valoran ciertas cosas, ayer se valoraban otras, hace diez años se valoraban otras y hace cien años otras más diferentes. Dentro de lo personal, tengo la teoría de que todo se está yendo bien a la mierda.
Lo importante es poco, lo importante no es de larga duración, no suele servir demasiado, suele ser momentáneo, pasajero, efímero. Suelo pensar en estas cosas cada vez que veo una buena obra de arte, una gran obra, que se identifica con el que la vea, de una forma u otra.
Siempre pienso en lo mismo; mi vida, la disconformidad, la tentación por una libertad completamente verdadera, y eso lo transporto a la especie; al hombre.
Ponete a reflexionar sobre esto; basta levantarte cada mañana para ver al orgullo en su máxima expresión; Anuncios, libros, gestos, personas, cosas que quieren hablar pero que no pueden. O dicen otra cosa.
Gente buena, gente mala, educadores, padres, hijos, gente amada, gente ignorada, gente saludable y gente no tanto, gente con manejo de sus facultades y gente mal de la cabeza, y el orgullo; está en todas partes. El orgullo y la vanidad más absolutos están en todas partes.
¿En qué nos hemos convertido, que valoramos más una sonrisa de buenos días que una cruda verdad? ¿Que disfrutamos más condicionando la vida de los demás que valorando la nuestra propia (que es cada vez más difícil)? ¿Que ni siquiera nos ponemos a pensar el por qué de tantas cosas que podrían sernos útiles o, simplemente, nos harían felices por el hecho de saberlas?
El ser humano es un animal racional que tiene a la imitación y a las costumbres, que cada vez se están haciendo más enfermizas, cada vez se explota más el culto del miedo y la sumisión. Y hablo de cada día de muchos de nosotros.
La gente cada vez se exige menos, lee menos, aprende menos, ostenta más, se ríe cada vez más falsamente, marchitando la verdadera personalidad que pueden llegar a tener adentro.
¿Las exigencias sociales son cada vez más fuertes o el ser humano se está haciendo cada vez más débil? Depende de quién lo mire, yo optaría por la opción segunda. Por todo lo que se pudo registrar en otras épocas mucho anteriores a esta, no hace falta saber mucho de ellas para decir que las exigencias sociales eran mucho más opresivas que las de ahora; ahora somos un mundo libre, poético, muchas veces hermoso y animal, con sus buenas y malas matices que le caracterizan. Hay mucha libertad.
¿Qué pasa, eh? ¿Tanta libertad nos asfixia? Hay gente que nisiquiera puede hablar en público por el miedo al ridículo. Todas las personas que veo cada día no quieren tomar esa libertad, no la quieren usar, la quieren dejar allí, y cada vez están opacando más a los que pueden llegar a ser útiles, solo por el placer del momento.El dominio de la libertad no es nada de nacimiento; TODOS NOSOTROS podemos llegar a ser útiles y muy felices sin que un artículo de una revista o un librito de religión tenga que decirnos cómo. Pero no queremos ser felices. Tamaña libertad, claro, pero nadie se ve capaz de manejarla. La gente es extremista; o quiere ser extremadamente feliz o quiere ser increíblemente triste, ya que el balance entre estos dos puntos puede llevarnos al dolor. Y en estos años, más que nunca, estamos evitando en abundancia el dolor. Expresarse libremente es cada vez más dificil, ya que el obstáculo es uno mismo, según dice el Vox Pópuli, por eso digo que la gente está cada vez más débil para enfrentar a la vida y al mundo para llegar al lejano obstáculo; lo que sea que fuere, todo ser humano tiene algo grande para ganarse, y puede elegir si tratar de divisarlo mientras va hacia adelante con la frente en alto o si se da media vuelta. Luego de la segunda desición, en lo que ese ser de pueda llegar a convertir siempre va a parecerle miserable, indigno de nada, sucio. Y en el fondo, va a remorderse por eso.
Por culpa de la etiqueta y el extremismo de la gente (Piénsenlo bien) la conexión que pueda uno llegar a tener con la naturaleza, con un libro, con una buena canción, con una conversación, con la cara de la gente, con el amor, con la vida en sí, las pasiones que llegan a encendernos, se están erosionando, volviéndose una cosa cada vez más perteneciente a las modas, cada vez más bohemia y tonta; Se juzga, se revaloriza (mal), se da vuelta, se lo usa para vender...En el mundo en el que vivimos, la mayoría de las veces ser realista es ser materialista, y no serlo es pensar en todo esto, y convertirte en un soñador empedernido.
Pasamos el día haciendo acciónes inútiles, comentarios inútiles, y necesitamos una inyección contínua de ego cada día, y esto es visto como algo completamente normal, y aprobable. ¿Ven para qué lado van las aprobaciones, y los resultados que dan luego?
No se dejen llevar por la corriente, búsquense quienes son, aparten todos esos conocimientos y conductas completamente isntrascendentes y busquemos quiénes somos. Miedo vamos a tener, dudas vamos a tener, dolor vamos a tener, nadie nos lo puede negar porque es una cosa obvia, pero, verán, yo el único objetivo de vida que tengo es llegar conforme a mi vejez y preparada para morir, sin nada pendiente, en absoluta paz y lista para lo que vaya a venir. Me refiero a algo así.
Un buen comienzo es correr tras las cosas que nos parecen lindas, y que queremos incorporar a nosotros.
Por ejemplo, amo esa canción, eso ya me puede llegar a decir muchas cosas.
En fin, hasta la siguiente entrada.